sábado, 24 de agosto de 2013

Clásicos Inmortales: Metrópolis

Antes de obras maestras de la ciencia ficción como Blade Runner, la trilogía de Star Wars o 2001: Odisea en el Espacio (¡Grande Kubrick!), varios directores hicieron sus pinitos dentro del género, aunque si yo me quedara con una sería la gran producción de Fritz Lang, Metrópolis, la cual no sólo dignifica la ciencia ficción, sino que es considerada como fuente de inspiración para muchos directores a la hora de realizar películas que forman parte de la memoria colectiva de los aficionados al cine.

 
Año 2026. Metrópolis es una gran ciudad con enormes rascacielos, pero debajo de la misma, está el subsuelo donde trabajan las máquinas que hace que todo funcione arriba, las cuales son manejadas por los obreros que viven allí y que trabajan hasta la extenuación, siendo dominados dominados por los de arriba. Es evidente el grado de esclavitud y las malas condiciones laborales en que viven los obreros para que los de arriba puedan vivir bien.

Los obreros que acaban y empiezan su jornada

Los de arriba poseen grandes estadios, y bellos jardines. En uno de esos jardines se encuentra Freder (Gustav Fröhlich), hijo de Joh Fredersen (Alfred Abel), dueño y señor de Metrópolis, el cual juega y se divierte, pero de repente aparece una muchacha acompañada por un grupo de hijos de obreros a los que les enseña el maravilloso jardín, calificando a los que viven en medio de tanta opulencia como hermanos.

 
Freder se encuentra fascinado por al templanza y belleza de la muchacha y la persigue cuando la expulsan del jardín, llegando hasta ese mundo desconocido para él, descubriendo las terribles condiciones a las que se tiene que enfrentar diariamente los obreros, cayendo enfermo por la extenuación, algo que provoca que algunos obreros mueran al dejar de funcionar la máquina, pero éstos son sustituidos, sin que nadie de importancia a las muertes. Freder, indignado por esa situación, corre a preguntarle a su padre por qué tratan tan mal a los obreros. El padre no le hace caso, ya que esta mirando preocupado unos planos que llevaban los muertos, y por cuyo desconocimiento despide a Josaphat, su ayudante, llevandolo a la desesperación, hasta el punto de pensar en suicidarse, pero el propio Freder le tranquiliza y lo toma como su ayudante.
Freder baja de nuevamente al subsuelo, pues todavía esta bajo en influjo de aquella hermosa joven, llena de bondad y dulzura, la cual se llama María (Brigitte Helm). Se cambia las ropas con un obrero para formar parte de ellos.
Mientras, Fredersen, preocupado por los planes de los obreros acude a ver en su vieja casa al inventor Rotwang (Rudolf Klein-Rogge), el cual vive torturado por el recuerdo de Hel, su mujer, que lo abandonó por el propio Fredersen y la cual murió tras tener a Freder. Rotwang le muestra su mejor creación, una mujer robot a la que solo le falta el alma. 

El inventor le muestra su creación a Fredersen

Cansado por su turno de 10 horas, Freder acude a una reunión secreta, que presidirá la propia María, Ella les cuenta la historia de la Torre de Babel, destacando que el sueño de los que la idearon no lo compartieron con los que debían construirla, y ella es partidaria pide crear un puente entre el cerebro que crea y la mano que construye, y ese puente debe ser el corazón (hablando por lo tanto de una colaboración entre obreros y empresarios).

La angelical Maria

Tras su charla, Freder le declara su amor y ella le cita para el día siguiente en la catedral. Ellos no saben que la reunión fue seguida también por Fredersen y el inventor. Fredersen teme que se desate una rebelión de los obreros le pide a Rotwang que ponga al robot los rasgos de María, para que a traves de sus palabras corrompa a las masas.

María y Freder

El inventor secuestra a María y da al robot la apariencia de ésta. Freder cae enfermo cuando ve a la supuesta María con su padre, y padece unas horribles pesadillas. 
Pero la María robótica no es como el propio Fredersen esperaba, pues el vengativo Rotwang no le dota de la personalidad de María, sino que ésta es una mujer lasciva que provoca peleas en el club Yoshiwara y que incita  a los obreros a la violencia, rebelándose y destruyendo las maquinas, provocando un caos en la ciudad, sin darse cuenta que de esta forma estan inundando sus propios hogares.

La falsa María corrompe a los obreros

María consigue librarse de Rotwang, escapando y viendo la destrucción de los alrededores, vuelve al mundo subterráneo, junto a Freder y Josaphat, para salvar a los hijos de los obreros de la muerte.


Los obreros celebran su aparente victoria, pero el capataz hace que se den cuenta de que han inundado la ciudad y que en ella estaban sus hijos. Los obreros dirigen su ira contra la supuesta María y la capturan, quemándola en una hoguera comprobando de que solo era un robot.
Los obreros se enteran de que sus hijos están sanos y salvos, corren a la catedral, donde ven a Rotwang, que tras darse cuenta de que no puede controlar a su criatura trata de destruir a su Hel, confundiendo a María con el robot, pero éste cae y María es rescatada por el propio Freder.
Todos están agradecidos a Freder y María por lo que han hecho y es en ese momento cuando Fredersen se da cuenta por voz de la propia María de que "lo que ha de mediar entre el cerebro (empresarios) y las manos (obreros) es el corazón". Es por eso que se forma un nuevo orden de paz entre todos.

Una imagen del rodaje

Esta película destaca, además de por sus extraordinarios edificios, por el contexto de una Europa que aún vivía por el influjo de la revolución proletaria en Rusia, donde unos defendían los derechos de los obreros de forma exacerbada y los otros defendían los derechos del patrón, aludiendo a su capacidad gestora.
Lo que nos propone Thea von Harbou, esposa de Lang y guionista del metraje. es que ha de haber una colaboración entre la parte pensante como la productora, mediante el amor entre ambas partes. Con la llegada del nazismo, la película sufrio diversos cortes, lo que hizo que la dividieran en partes y hasta ya entrado el Siglo XXI no se pudo recuperar gran parte de la obra.

Ficha

Dirección
Fritz Lang
Producción
Erich Pommer
Guión
Thea von Harbou
Música
Gottfried Huppertz
Fotografía
Karl Freund
Gunther Rittau
Walter Ruttmann

Otros datos

País
Alemania
Año
1927
Género
Ciencia Ficción
Duración
153’

Protagonistas

Actor
Personaje
Alfred Abel
Joh Fredersen
Gustav Fröhlich
Freder Fredersen
Brigitte Helm
Maria
Rudolf Klein-Rogge
Inventor Rotwang
Theodor Loos
Josaphat

Trailer de la película con banda sonora original

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