jueves, 28 de noviembre de 2013

Genios de la Literatura: Émile Zola

Nuca nadie en Francia había expresado tanta realidad en sus ideas, tanto literarias como sociales. Eso le costaría el exilio. El exilio por defender de la cárcel a un hombre inocente y en el que se había juntado el odio a los judíos. Les estoy hablando de uno de los máximos exponentes del naturalismo literario, Émile Zola.


Émile Zola nació el 2 de Abril de 1840, en París, Francia, siendo hijo de un ingeniero italiano y de madre francesa. Siendo muy niño, su familia se trasladó a Aix-en-Provence, donde tendrían problemas económicos, tras la muerte inesperada del padre. Con dieciocho años recien cumplidos, regresó a su ciudad natal. Un año después, suspendió dos veces el examen de bachillerato. Como no quiso seguir siendo una carga para su madre, abandonó los estudios con la finalidad de encontrar trabajo.
En 1862 entró a trabajar en la librería Hachette como dependiente. Desde ese momento, los libros fueron su fascinación y a la literatura se dedicaría en cuerpo y alma. Escribió su primer texto y colaboró en las columnas literarias de diversos diarios parisinos. A partir de 1866, cultivaria la amistad con personalidades como los pintores Édouard Manet y Camille Pissarro y los hermanos Goncourt, que fueron escritores pertenecientes a la corriente naturalista como el mismo.
En 1868 concibió el proyecto de Les Rougon-Macquart, comenzándolo en 1871 y concluyendolo veintidos años después Su aspiración era realizar una novela "fisiológica", intentando aplicar algunas de las teorías de Taine sobre la influencia de la raza y el medio sobre el individuo y de Claude Bernard sobre la herencia. 

Retratado por Manet

La magna obra consta de hasta veinte novelas, inciandose con "La fortuna de los Rougon" ese año 1871. Un año antes, se había casado con Alexandrine Mélay. Durante esos años, se había relacionado con escritores de su época como Gustave Flaubert y, en definitiva, con el ambiente bohemio tan típico de París.
Zola siempre fue un hombre de pensamiento y muchas de sus obras fueron muy críticadas en su momento. Zola fue muy crítico los criterios usados en las exposiciones de arte oficiales del siglo XIX, en las que se rechazaba de forma continuada las nuevas obras impresionistas. También rechazo en 1890 su inclusión en la Academia Francesa. Por esos años inicio un romance cn Jeanne Rozerot con la que tendría dos hijos. 
Pero lo que coparía el final de su vida, sería lo que fue conocido como el Caso Dreyfus. Este era un militar francés de origen judío, al cual se acuso de haber vendido secretos oficiales al enemigo. El antisemitismo lantente en Europa desde hace mucho tiempo, volvio a salir a la luz, algo que se hizo aún más evidente, tras comprobarse que había sido otro el que realmente había vendido secretos oficiales. 

Portada de "L'Aurore" con el escrito de Zola

Por eso Zola, lanzo un alegato en favor del capitán Alfred Dreyfus, mediante una carta abierta al presidente de francés M. Felix Faure, y publicado por el diario "L'Aurore", el 13 de Enero de 1898, con el título "'J'Acusse...!" ('Yo acuso...!) en su primera plana. El texto es el siguiente:
Yo acuso al teniente coronel Paty de Clam como laborante —quiero suponer inconsciente— del error judicial, y por haber defendido su obra nefasta tres años después con maquinaciones descabelladas y culpables. Acuso al general Mercier por haberse hecho cómplice, al menos por debilidad, de una de las mayores iniquidades del siglo. Acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus, y no haberlas utilizado, haciéndose por lo tanto culpable del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia con un fin político y para salvar al Estado Mayor comprometido. Acuso al general Boisdeffre y al general Gonse por haberse hecho cómplices del mismo crimen, el uno por fanatismo clerical, el otro por espíritu de cuerpo, que hace de las oficinas de Guerra un arca santa, inatacable. Acuso al general Pellieux y al comandante Ravary por haber hecho una información infame, una información parcialmente monstruosa, en la cual el segundo ha labrado el imperecedero monumento de su torpe audacia. Acuso a los tres peritos calígrafos, los señores Belhomme, Varinard y Couard por sus informes engañadores y fraudulentos, a menos que un examen facultativo los declare víctimas de una ceguera de los ojos y del juicio. Acuso a las oficinas de Guerra por haber hecho en la prensa, particularmente en L'Éclair y en L'Echo de París una campaña abominable para cubrir su falta, extraviando a la opinión pública. Y por último: acuso al primer Consejo de Guerra, por haber condenado a un acusado, fundándose en un documento secreto, y al segundo Consejo de Guerra, por haber cubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico de absolver conscientemente a un culpable. No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí los artículos 30 y 31 de la Ley de Prensa del 29 de julio de 1881, que se refieren a los delitos de difamación. Y voluntariamente me pongo a disposición de los Tribunales. En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizó aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia. Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente. Así lo espero".  
Émile Zola, París, 13 de enero de 1898.

Este escrito levanto ampollas en el Gobierno francés que acuso de difamación al escritor, condenándolo a cárcel y a pagar 7.500, con los gastos de juicio. De todo esto se haría cargo su amigo Octave Mirbeau, pero Zola se vi obligado a exiliarse a Londres, casi en secreto. Sin embargo, pudo regresar, pero a pesar de que el caso Dreyfus le había hecho ganar gran fama por su gran capacidad dialéctica, había perdido gran parte de su salud, acrecentada tal situación con su bajo poder adquisitivo.


Sin embargo, a pesar de su salud, escribió dos ciclos de novelas más. La primera, fue la serie de "Las tres ciudades", compuesta por Lourdes, Roma y París. La otra  fue una  tetralogía que denominó "Los cuatro evangelios", formada por "Fecundidad", "Trabajo", "Verdad" y la inconclusa "Justicia".
Zola falleció el 29 de Septiembre de 1902, en su ciudad natal, sin ver como años después liberaban a Dreyfus, tras demostrarse que era inocente de todo los delitos que se le imputaban. Puede que fuera gracias a Zola como finalmente se darían cuenta de que era inocente. Al final tenía razón.

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