lunes, 5 de mayo de 2014

Lección al cine español

Mucho se ha hablado estos meses del éxito de la película 8 Apellidos Vascos. Es sin lugar a dudas, el fenómeno del momento en el mundillo del cine. Por eso, muchos han aprovechado para sacar pecho y decir que el cine español merece ser más subvencionado y que tampoco se hace tan mal cine en España.


A esos "genios" les diría que el que una película consiga más recaudación que todas las películas españolas estrenadas en el 2013 (y estamos a Mayo de 2014), no es un dato para sacar pecho. Más bien todo lo contrario.
Más de una vez he dicho que el cine español esta muerto desde que murieron Berlanga o Bardem (el autentico, no esa familia de chupopteros que se aprovecha del apellido para salir en los medios). Puede sonar muy duro, pero es así. El problema no esta en las descargar o en que las administraciones públicas inviertan poco. Los dos grandes que nombre antes hicieron buen cine y no necesitaron las cantidades ingentes de ayudas que piden los cineastas de ahora. Para colmo, Bardem debido a sus ideas cercanas al Partido Comunista (estuvo afiliado), tuvo bastantes problemas con el régimen. En cuanto a las descargas, sí se hicieran datos sobre la cantidad de películas españolas descargadas, más de uno se metería debajo de su cama.


El problema del cine español es su falta de calidad y originalidad que ni las partidistas películas sobre la guerra civil, la república o el franquismo sacan a flote. Hacía falta una película como 8 Apellidos vascos para que nos hiciera reírnos, en cierta medida, un poco de nosotros mismos (concretamente a los vascos y andaluces). Una película que parecía una más de tantas y que, sin embargo, le ha dado una lección (por no decir una paliza) a esos directores pretenciosos que conciben el cine como un acto político y que con dinero se harían mejor las cosas, lo que es absurdo.
No es odio por ideas políticas. En los Estados Unidos hay actores que colaboran en campañas políticas y no pasa nada. Pero cuando se trata de hacer cine, las ideas no cuentan. Ni tampoco el dinero. Lo que importa es la calidad y las ganas por hacer algo interesante.

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