miércoles, 27 de mayo de 2015

Los 300 de Leónidas

Este fue uno de los momentos más trascendentales de la historia antigua. Es seguro que sí no hubiera tenido ese resultado, el mundo occidental hubiera sido muy distinto. Y todo quedo marcado en las Termópilas donde una alianza de polis griegas (algo que se daba por primera vez en la historia) lucho contra el poderoso Imperio Persa de Jerjes I. Pero ¿A qué se debió tal invasión?


Ésta fue una respuesta tardía a  la derrota sufrida por los persas contra los atenienses en la batalla de Maratón. Esta vez parecía que los persas habían aprendido la lección y se decidieron a invadir toda Grecia con un ejército numerosisimo; lo mejor del mundo antiguo. Estas batallas darían lugar a la que seria denominada como Segunda Guerra Médica.


Atenas pidió ayuda a las demás polís, obteniendo respuesta satisfactoria, aunque muchos tuvieron que guardarse las rencillas pendientes. En Esto entra Esparta. Dicha polis griega era una de las más poderosas de la antigüedad. Su fuerza residía en lo militar y en la dureza de su ejército. Desde muy pequeños le enseñaban a sufrir para mantenerse vivos y todo niño que nacía con cualquier imperfección era rechazado y abandonado. Sí Atenas se asentó en la Democracia, después de pasar por varios sistemas, Esparta creció bajo la tiranía y la excelencia militar. Esparta y Atenas eran enemigos mortales, por lo que fue todo un hito que se uniera a Atenas en su lucha contra el Imperio Persa, que amenazaba con derrumbar los cimientos de la civilización. 


Sin embargo, Esparta sólo contribuyo con 300 hombres, debido al poco interés de sus Instituciones en meterse en una empresa tan arriesgada. Estos se encontrarían bajo el mando de Leónidas, su Rey, uno de los hombres más extraordinarios de la antigüedad, que destacaba por su fiereza en el combate, siendo el sinónimo de buen espartano. 
El Rey Leónidas y sus 300 hombres se encargarían durante dos días de batalla del bloqueo del único camino que el ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Los persas se sorprendieron ante la fiereza de los 300 y sus bajas fueron cuantiosas. No contaban con que a Leónidas y a sus guerreros les importaba poco la muerte, ya que sí morían, alcanzarian la inmortalidad dentro de la historia como defensores de las Termópilas. 


Con lo que no contaban los espartanos es que un traidor llamado Efialtes les mostró a los persas un pequeño camino que podían utilizar para acceder a la retaguardia de las líneas griegas. Esa fue la primera y única vez que los griegos serían sobrepasados. A pesar de contar con la ayuda de varias guarniciones de otras polís, Leónidas y sus espartanos vieron la muerte, pero como todo buen espartano no rehuyeron a la batalla hasta el punto de que a los persas les costó derrotarles. 
La historia nos cuenta que los persas acabarían siendo finalmente derrotados en la batalla de Platea, impidiendo su invasión, pero sí algo ha perdurado de esta guerra es la valentía con la que 300 espartanos junto a su Rey combatieron al invasor. 


El poeta griego Simónides de Ceos compuso un epigrama que fue utilizado como epitafio en una piedra colocada encima del montículo funerario dedicado a los 300 y Leónidas. La piedra actual no es la misma, aunque se conserva el conocido epitafio que dice así: 
"Oh, extranjero, informa a Esparta que aquí yacemos todavía obedientes a sus órdenes"
Y es que no había nada para un espartano que cumplir ordenes, independientemente de que éstas le costaran su propia vida. Esa es la increíble historia de Leónidas y sus 300. 

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