lunes, 1 de junio de 2015

Libertad... desde el respeto

Una de las cosas malas que trajo la Democracia a un país históricamente inculto en cuanto a dicho sistema se refiere es que lo que importa es nuestra propia Libertad. Opinar de los demás esta muy bien, insultar al contrario esta mejor ¿Por qué? Porque la Democracia defiende mi libertad y por eso tengo derecho a hacer el bestia, aunque sea a costa de ofender e insultar al otro, que, como no coincide conmigo en nada, es malo, malisimo. 
 

Lo del Sábado anterior, con los pitos al himno no es más que fiel reflejo de lo estamos viviendo la sociedad española. Un cúmulo de males que radica en el fanatismo ideologico, que lleva la política a todos los niveles sociales, incluido el fútbol. El fanatismo consiste en no ver al otro como un adversario, sino como un enemigo político al que echar y defenestrar de la vida pública, algo muy propio de los totalitarismos y que es provocado por elementos que desprecian la Democracia, pero que a la vez se excusan en ésta para hablarnos de su derecho al insulto y a ofender las creencias más hondas del ser humano, sean las religiosas, las políticas o culturales. 
Porque, ya lo decía antes, para algunos lo satisfactorio es ejercer la libertad (la suya), aunque sea pasando por encima del otro. Y en España hay mucho odio por parte de determinados individuos dispuestos a hacer que arda todo el país. No podemos consentir que haya gentuza que, amparandose en la Constitución, quiere ver destruida la propia Carta Magna y a España misma. Hay dos encrucijadas pendientes: afrontar el nacionalismo amparandonos en la defensa de la Ley y hacer frente a un fanatismo político, que amenaza con derrumbar la Democracia y al país. Desde el respeto, incluso las personas ideologicamente distintas pueden llegar a acuerdos. Por eso creo en la Democracia. Los insultos y ofensas no son más que radicalismos a los que combatir.

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