jueves, 11 de junio de 2015

Terror patrocinado por Christopher Lee

En mi memoria se me ha quedado grabado aquella escena en la que con un primer plano sensacional aparece un furioso Drácula con gotas de sangre corriéndole por los colmillos y unos ojos crueles y duros. Una imagen que seguro quedó grabada en todo aquel que ha podido ver a Cristopher Lee haciendo del malvado vampiro en la versión de Drácula de 1958 (cuyo título en los Estados Unidos era "Horror of Dracula").


Hoy la vida de Christopher Lee se ha parado. 93 años de vida en la que su primera étapa, la más admirada por muchos cinéfilos, se dedico a filmar para la Hammer aquellas cintas de terror que tenían como objetivo hacer del cine de monstruos algo más que una simple película de terror; el público tenía que retorcerse ante el pánico que suscitaban personajes como Drácula o la Momia. Junto a él estaba el bueno; el que quería destruirle. Ese hombre era Peter Cushing con el que compartió películas y películas, llevando al género de terror a una dimensión nueva; en la que la sangre ya no era un tabú, mostrándola en toda su crudeza; en toda su espantosa visión. 


Hasta el año 2014 rodó su última película, una de las sagas que le dio otro estatus que no fuera ser simplemente el Drácula de la Hammer: y es que tanto la precuela de Star Wars (donde ya podrían haberse currado muchas cosas, entre ellas el nombre del personaje de Lee: Conde Dooku) y El Señor de los Anillos hicieron que la figura de Christopher Lee renaciera, mostrándonos una vez más, que su capacidad actoral iba mucho más allá que el de ser villano de las películas de terror de la Hammer. 


No obstante, sin Christopher Lee el cine de terror hubiera sido muy distinto. Y es verdad que hizo muchisimas películas, cuya calidad es muy dispar, pero sí algo hay que reconocerle a sir Christopher Lee es el miedo que producía con esos ojos inyectados en sangre, haciendo gritar a más de uno.

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