jueves, 18 de junio de 2015

Waterloo; la tumba de Napoleón

El exilio en la Isla de Elba parecía haber acabado con Napoleón. Tras su abdicación (aunque en realidad era había sido destituido como tal), el que antaño fuera el dueño de media Europa fue desterrado junto a su familia a una pequeñisima Isla, que distaba 20 Km. de la costa italiana. Lo único que le quedaba era la conservación de su título de Emperador de forma vitalicia, aunque no era más que un mero formalismo, sin valor real para él, ni sus descendientes. 


El Congreso celebrado en Viena  entre 1814 y 1815 dispuso el nuevo orden en la Europa post-napoleónica. En Francia, los realistas instalaron en el poder a Luis XVIII. La esposa de Napoleón María Luisa, así como su hijo quedaron bajo la custodia del padre de ella, el Emperador Francisco I, y Napoleón no volvería a verlos nunca. Napoleón era consciente de los deseos de los ingleses de desterrarlo a una isla remota en el Atlántico y del rechazo del pueblo francés a la restauración borbónica (algo que nunca habían pedido). Es por eso que escapó de Elba en Febrero de 1815 y desembarcó en Antibes el 1 de Marzo desde donde se preparó para retomar Francia.
Allí junto a muchos de sus leales inicio una marcha a Francia, acabando en París donde fue recibido y aclamado por el pueblo, levantando un ejército regular de 140. 000 hombres, así como una fuerza voluntaria que rápidamente ascendió a alrededor de 200.000 soldados. Parecía que Napoleón volvía con más impetu y fruto de ésto, las fuerzas europeas vieron peligrar su posición y no tuvieron más opciones que declarar la guerra al renacido Emperador. 

Napoleón llevado a hombros por sus tropas

Antes de enfrentarse a sus acérrimos enemigos, Napoleón promulgó una nueva Constitución, de carácter más democrático y liberal que la vigente durante el Imperio. Finalmente, tendría lugar el enfrentamiento con los aliados. Éstos eran las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el Duque de Wellington y el ejército prusiano del Mariscal de Campo Gebhard Leberecht von Blücher.

El Duque de Wellington

Hubo varios enfrentamientos (con victorias francesas), pero el punto culminante, donde se decidió el futuro del mundo sería en la llanura cerca de la localidad de Waterloo en Bélgica el día 18 de Junio de 1815. Tras una primera operación de distracción por la mañana, la batalla tuvo lugar desde el mediodía hasta última hora de la tarde. El ejército francés fue incapaz de romper las líneas aliadas, bien cohesionadas que sabían de los errores cometidos en el pasado, y optaron por defender en un inicio y atacar después con la llegada a última hora del reorganizado ejército de Blücher. 


Napoleón, el antaño brillante estratega militar, veía como su ejercito era triturado. Hubo hasta 46. 656 bajas francesas (28. 000 entre muertos y heridos y 10.000 prisioneros) por 24 000 de los aliados (17 000 anglo-aliados, 13.700 entre muertos y heridos, y 7000 prusianos, entre muertos y heridos). Napoleón había sido vencido y, como tal, tuvo que firmar un acta de rendición, que incluia su definitivo destierro a la Isla de Santa Elena, donde acabaría falleciendo. 


Sin embargo, la tumba inicial de Napoleón no estuvo en dicha isla, ni esta en Francia, sino en aquella colina cerca de Waterloo donde vio como su Imperio nunca volvería. Waterloo fue la tumba de Napoleón Bonaparte. 

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