viernes, 21 de agosto de 2015

Aquel crimen de Cuenca... que no fue un crimen

Este hecho que les voy a relatar es uno de los casos más llamativos dentro de la llamada historia negra de España; un hecho que tuvo lugar entre las localidades de Tresjuncos y Osa de la Vega, siendo el perfecto paradigma de error judicial. 


Resulta que en esa zona vivía un joven de 28 años llamado José María Grimaldos López, pero al que todos llamaban "el cepa" al parecer por su baja estatura y su pobre entendimiento. El caso es que ese joven, que era pastor y trabajaba en la finca de Francisco Antonio Ruiz, era fuente de continuas burlas por parte de León Sánchez, mayoral de la finca y el guarda Gregorio Valero. El 20 de Agosto de 1910, José María vendió unas ovejas y desapareció misteriosamente. Nadie sabía donde estaba "El Cepa". Tan sólo se sabía lo de la mencionada venta de las ovejas y se averiguó que fue a tomar unos baños a "La Celadilla", laguna cuyas aguas y barros se cree que poseen propiedades curativas
Sabiendo su familia las continuas burlas a las que era sometido su pariente y del dinero que habría obtenido por las ovejas, se extendió el rumor de que Sánchez y Valero lo habían asesinado y se habrían hecho con el dinero, por lo que fueron denunciados por asesinato, siendo llevados al cuartelillo de la Guardia Civil. Tras interrogar a los detenidos, se instruyó el sumario y el juez los puso en libertad por falta de pruebas. En Septiembre de 1911 la causa fue sobreseida.
Pero a todo esto, un nuevo juez llegó a la zona. Este hombre, sabiendo la insistencia de los familiares de "el cepa" sobre la culpabilidad de Sánchez y Valero y queriéndose ganar fama entre la comarca, decidió cursar orden de detención a los mismos sospechosos, iniciándose lo que sería un auténtico calvario para ellos. 


La Guardia Civil comenzó a utilizar, a instancias del juez, los métodos propios de una época donde la brutalidad estaba justificada para conseguir una confesión. El caso es que fue tal grado de torturas a las que se vieron sometidos que confesaron, diciendo que habían sido ellos. También se levanto acta de defunción de "el cepa", que según ésta había sido asesinado por León Sánchez y Gregorio Valero. 
No obstante, nunca apareció el dinero que había ganado el supuesto asesinado y fue tal el esperpento y la historia colectiva del momento que muchos decían ver el fantasma de "el cepa" diciéndoles donde había escondido el dinero. Por otra parte, los dos acusados, antaño amigos, desconfiaban entre ellos, creyéndose que el uno había sido el asesino y se había hecho con el botín. La sentencia, en un juicio plagado de contradicciones, fue de 18 años de cárcel para cada uno Afortunadamente, no fueron condenados a garrote vil, algo en lo que se esmero la defensa, por lo que Gregorio cumplió condena en el penal de San Miguel de los Reyes en Valencia, mientras León la cumplió en la prisión de Cartagena. Finalmente serían indultados en 1925, pero nada ya sería lo mismo para dos hombres a los que el pueblo veía como asesinos. 


El caso es que transcurrido todo esto,  en 1926, el cura de Tresjuncos recibió una carta del cura del municipio de Mira, en la que solicitaba la partida de bautismo de José María Grimaldos con la finalidad de celebrar el matrimonio de éste. El cura de Tresjuncos, conociendo toda la historia del supuesto asesinato de "el cepa", sin salir de su asombro, decidió no responderle. Impaciente por el retraso de su matrimonio, Grimaldos decidió partir hacia Tresjuncos y se presentó sin más en el pueblo. 
La gente del pueblo al ver a José María no daba crédito ante tal cosa: "el cepa" estaba vivo. Entonces el juez de Belmonte intervino y ordenó detener al supuesto Grimaldos. En las siguientes horas, la noticia llegó a la prensa y a la opinión pública, alcanzando enorme trascendencia.

León Sánchez, uno de los acusados

Nunca trascendió el motivo de la desaparición de "el cepa" y cómo es posible que este no tuviera noticias de la injusticia que se estaba cometiendo con Sánchez y Valero. Muchos argumentan que no se presentó primero por la extrañeza que hubiera supuesto su desaparición y segundo por vengarse de aquellos que tantas burlas habían proferido contra él porque, aunque las conexiones entre pueblos y municipios no son las actuales, es evidente que "el cepa" se hubiera enterado de tal noticia con el paso del tiempo dado que llenó titulares en su momento. 

 
 
El caso es que Sánchez y Valero fueron eximidos de toda culpa, aunque nadie les quitaría los años de penurias y de condena tanto judicial como social, que les llevaría a pasar sus últimos días en Madrid. Tanto el juez, que los condenó sin pruebas, como el cura, que no avisó de la existencia de "el cepa" se acabarían suicidando. 


Pilar Miró
Este suceso sería llevado al cine por Pilar Miró en plena Transición con bastante polémica (errores judiciales, torturas, etc.), no estrenándose hasta 1981, con el título que le dio la prensa de la época "el crimen de Cuenca"; un crimen que no tuvo lugar (en todo caso el crimen fue el de la Guardia Civil por las continuas torturas, algo que quiere hacernos ver la mencionada Miró en su película) y que demuestra como una decisión judicial, la venganza o el odio puede cambiar la vida de muchas personas.

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