martes, 24 de mayo de 2016

Las sabinas

Existe una historia según la cual en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, uno de sus fundadores (junto a su hermano Remo) y primer Rey, organizó unas pruebas deportivas en honor al dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, entre los que se encontraban los sabinos, los cuales eran tan voluntariosos (algo sabido por los romanos) que fueron a Roma con sus mujeres e hijos, estando precedidos por su propio Rey. Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal previamente establecida, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. 


Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que deberían estar orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito para contraer matrimonio con los romanos: En el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y que serían las que gobernarían en la casa. Ellos aceptaron. 


Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para penetrar en la zona, contaron con una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de sus brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus escudos en la zona que sería conocida como Roca Tarpeya (desde ahí se arrojaba a los convictos de traición). 
Cuando se iban a enfrentar Sabinos y romanos en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, pasase lo que pasase ellas acabarían perdiendo, puesto que si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. 


Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y acabó por celebrarse un banquete de reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tacio y Rómulo formaron una diarquía (Monarquía compartida por dos personas) en Roma hasta la muerte de Tito. Nunca nadie olvidaría tal hecho que a la postre resultaría trascendental para la historia del pueblo romano.

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