viernes, 30 de septiembre de 2016

Azaña desconocido

"En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro"
Sería bastante presuntuoso decir que nadie conoce a Azaña. Muchos lo conocen, pero interpretan su forma de ser, sus motivaciones, negando lo que hizo mal y escondiendo aquellas cosas que hizo y dijo que no coinciden con su forma de pensar. 


Azaña, cuyo mentor político fue el gran Melquiades Álvarez, era un liberal de izquierdas, que sabía que en España no había liberales y, por lo tanto, demócratas. Azaña siempre se declaró reformista y fue uno de los que lucho durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera por una República. 


Azaña cometió dos errores (comprensibles, pero errores). Su afirmación de que España no era católica (o había dejado de serlo) fomentó de forma indirecta que algunos energumenos comenzaran a atacar todo lo referente a la Iglesia, algo que se había iniciado desde antes con un anticlericalismo atroz que provocó la quema de conventos y material artístico, algo que se prolongaria hasta el final de la guerra civil. Niceto Alcalá-Zamora, que supuestamente era católico dimitió de la Presidencia del Gobierno provisional por la aprobación de la Constitución y con ello la laicidad del Estado, pero Azaña, que sabía las bajas condiciones humanas, le ofreció la Presidencia al Tramposo Alcalá Zamora, que acabo aceptando. 
El segundo error (compartido con otros) fue la aprobación de la Ley de Defensa de la República, la cual mediante métodos propios de una dictadura, castigaba penalmente a todos aquellos que criticaran el sistema o se autoproclamasen monárquicos, fomentando el cierre de periodicos como ABC. Ya lo comente en su momento, Azaña y otros decían de una forma indirecta que la supervivencia del sistema republicano no se conseguiría mediante la Constitución, sino mediante la fuerza. 


Por otro lado, Azaña, que aparte de ser Jefe de Gobierno era Ministro de la Guerra, se ganó la enemistad de medio ejército merced a sus reformas que adolecían de falta de tacto. A eso se sumaron las dos intentonas golpistas del nacionalismo catalán al que Azaña despreciaba ("Y si esas gentes van a descuartizar a España, prefiero a Franco. Con Franco ya nos entenderíamos nosotros, o nuestros hijos, o quien fuere, pero estos hombres son inaguantables. Acabarían por dar la razón a Franco") y la de Sanjurjo por no hablar del incidente de Casas Viejas, que motivó su dimisión de la jefatura del Gobierno y la convocatoria de elecciones. 


Desde ese momento, se vio que la Segunda República tenía dificultades para mantener el orden y tanto la izquierda como la derecha estaban fuertemente radicalizadas; se estaban preparando las trincheras. El intento del golpe comunista del 34 (disfrazado de huelga) firmó la sentencia de muerte de la República y el golpe del 36 fue la silla eléctrica. Azaña fue elegido Presidente de la República, tras el advenimiento del Frente Popular.
Azaña fue un intelectual que no pudo detener las barbaries que se cometieron. Una de sus penas más grandes fue leer en un periódico como su querido Melquiades Álvarez había sido asesinado por los que se decían republicanos. Se cuenta que a partir de ahí vio que no tenían remedio y que España, su querida España, había muerto. 


Años después, concretamente en el año 1976, Claudio Sánchez-Albornoz, que ocupó diferentes cargos durante durante la Segunda República y el cual era confidente del propio Azaña llegó a decir que un asqueado Manuel, ya avenjentado por su aislamiento y la barbarie cometida por unos y otros, apenado porque la República había sido un fracaso, le comentó: "No quiero ser Presidente de una República de asesinos". Azaña dimitió de la Presidencia en 1939 (año del fin de la guerra) para exiliarse en Francia. Lejos; muy lejos de España.

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