lunes, 2 de enero de 2017

Cuando Ramallets evitaba los goles

Nadie sabrá qué hubiera pasado si Velasco, portero títular del Barcelona, no hubiera tenido una lesión ocular, pero lo cierto es que eso posibilitó que la suerte de Antonio Ramallets cambiara de un plumazo. Antes de eso había estado cedido en el Real Valladolid, habiendo jugado con anterioridad en equipos como el histórico Europa o el Mallorca. Sería en el Barcelona donde haría carrera, convirtiendose en uno de los mejores guardametas de la historia del fútbol español. 


Sería la Copa del Mundo de 1950 la que daría gran fama internacional a Ramallets, que le arrebató la titularidad a un guardameta del calibre de Guillermo Eizaguirre, formando parte de un combinado español que fue cuarto, un gran logro, el cual fue visto al final con cierta amargura dado que con el empate ante Uruguay y la derrota ante Suecia (lo de la derrota por goleada ante los anfitriones brasileños era cosa hecha) impidió un puesto más acorde con la calidad del fútbol español. 


Luego llegarían títulos entre los que destacan las famosas cinco Copas de España que consiguió el Barcelona en la década de los 50 con jugadores del calibre de Kubala, César, Manchón, Basora y un largo etcétera de jugadores a los que sumaría posteriormente Luisito Suárez venido de Galicia, tierra de grandes jugadores. Y en el cierre de la meta estaba Ramallets, el cual era la combinación de sobriendad y espectacualridad, que consiguió hasta cinco trofeos al portero menos goleado de la Liga en una época en la que se le pusó el título de Trofeo Zamora, dedicado al mítico portero español, también de origen catalán. Una curiosidad en torno a Ramallets es que en una época en la que no se usaban guantes, el guardamenta se mojaba un poco las manos para que luego le quedaran húmedas y atrapar así mejor el balón ¡Qué tiempos!

Despeje de puños

Aparte de eso, consiguió seis Ligas y en Europa obtendrían las primeras Copas de Ferias. En cuando a la Copa de Europa hubieron dos escollos. Primero sería el Real Madrid de Di Stéfano en las semifinales de 1960 y el segundo cuando en la final el Benfica consiguió un inesperado trofeo (el Barcelona era favorito según las casas de apuestas) por 3-2 y estrellando los catalanes tres balones a los palos. 


Un año después de aquella final Ramallets se retiraba oficialmente, siendo reconocido como uno de los más grandes guardametas de su tiempo al que muchos conocieron como el gato de Maracana. El hombre que alcanzó la gloria deportiva debajo de los tres palos.

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