sábado, 4 de noviembre de 2017

La mujer que vivió el cine

Ya había nacido cuando su padre rodaba "Jezabel" con Bette Davis. Efectivamente; Henry Fonda en aquel 1937 ya era padre de una niña a la que habían llamado Jayne Seymour, que era además el primer hijo (en este caso hija) de la pareja. Es por lo tanto que la pequeña Jayne vivió a caballo entre sus estudios y el trabajo actoral de su padre que inexplicablemente siempre se quedaba a las puertas del ansiado Oscar. No es de extrañar que vivir en el cine hiciera que le picara el gusanillo del séptimo arte. Su hermano es actor (Peter) y ella también lo sería bajo el apelativo de Jane Fonda. 


Comenzó su labor actoral en los años 60, destacando por papeles que la llevarían a ser nominada a los Globos de Oro, aunque no sería hasta "La Jauría Humana" y muy especialmente "Descalzos en el Parque" ambas con Robert Redford cuando se ganó el favor del exigente público que paso de verla como la hija de Henry Fonda a una actriz con actuaciones fuertes y a menudo dominantes respeto a los protagonistas masculinos. Muy destacable fue su actuación en "La Gata Negra" donde se hacía referencia a temas tabú hasta hace poco tiempo en el cine como el lesbianismo (latente, eso sí) y la prostitución. Es una película de grandes intérpretes femeninas: aparte de ella, están Barbara Stanwyck, Capucine y Anne Baxter.

Padre e hija

Tras rodar "Barbarella" (película de culto que la encumbró como mito erótico), un paso grande lo daría con "Danzad, Danzad, Malditos" donde ella literalmente se come la cámara y que le valió nominaciones al BAFTA, Globo de Oro y Oscar. Dos años después ganaría el Oscar con "Klute" y cuatro años con "El Regreso", convirtiendose en una de las actrices con más estatuillas de la historia (consiguiendo además el BAFTA y Globo de Oro). Sin embargo, paradojicamente su padre hasta 1980 sólo había ganado un Oscar Honorífico.

Jane y Robert

Sería en 1981 cuando rodó "En el Estanque Dorado" con un Henry Fonda ya mayor (y con el que había tenido sus desavenencias históricamente) y la grandiosa Katharine Hepburn en la que en el argumento se pone de manifiesto el intento de retomar la relación perdida entre una hija (Jane) y su padre (Henry). Jane estuvo espectacular (nuevas nominaciones), pero si una alegría le quedo a ella de lo que sería la película es que por fin le dieron el Oscar a su padre, algo que se merecía desde hacía mucho tiempo. Curiosamente, Henry Fonda falleció unos meses después.


Sería a partir de los 80 y muy especialmente los 80 cuando Jane dejaría de rodar películas de forma habitual, dedicándose a su labor de activista, escritora e incluso difundiendo mediante vídeos sus clases de aeróbic (la generación de los 70 y principios de los 80 la conocerían más por eso que por sus interpretaciones) o promocionando productos de belleza para la mujer mayor. Dicen que los años no pasan por Jane; yo prefiero pensar que el tiempo no pasa por las actuaciones de Jane; la mujer que vivió el cine desde que nació.

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