jueves, 14 de diciembre de 2017

Elegia a Ramón Sijé... al que tanto quería

El dolor le nublaba los sentidos. Se había muerto Ramón Sijé. Eran como el agua y el aceite. Miguel Hernández era comunista y no católico; Ramón tenía unos principios firmemente católicos y de derechas, sin embargo, compartían inquietudes tanto literarias como sociales que les hacían entrar en sintonía (aunque pareciera mentira). Indudablemente se tenían gran estima. 


Por eso cuando Miguel conoció la muerte de su amigo pareciese como si un dolor fuerte le llegase al costado hasta salirle por la garganta. Había muerto Ramón; una infección que le había afectado al corazón se lo llevó el día de Nochebuena de aquel año de 1935. Miguel con todo su dolor comenzó a escribir una Elegía que nos introducía con las siguientes palabras: "En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería".

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Aparecida en el libro "El Rayo que no Cesa" publicado en 1936, muchos años después Serrat musicalizaría dicho poema con una música tan tétrica como extraordinaria. Y es que la elegía a Ramón Sijé es una de las obras más recordadas 

3 comentarios:

  1. He estado revisando su blog. Muy interesante lo que publica. Lo enlazo con www.anhelos-y-esperanzas.com. Saludos desde Tampa, Fl.

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